El pluriempleo marca un nuevo récord histórico e invoca el miedo a la economía ‘sumergida’

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¿Cómo podemos estimar el número de empleos que no cotizan a la Seguridad Social ni pagan impuestos, los que pertenecen a la denominada ‘economía sumergida’? La clave, para muchos analistas, está en la diferencia entre los datos de afiliación y los que recoge la Encuesta de Población Activa (EPA). Una brecha que se ha reducido desde la crisis financiera, aunque existen factores que lastran esta mejora. El más destacado son los trabajadores pluriempleados, que se han disparado un 31,5% en los últimos cinco años hasta alcanzar su máximo histórico en el arranque de 2024 y puede esconder un repunte de los trabajos sin declarar.

Modelos para calcular la economía irregular hay muchos. Uno de los más recientes, actualizado por el servicio de estudios del Parlamento Europeo estimaba su peso en España en un 15,8% del PIB. Aunque ningún estudio estima cifras de lo que coloquialmente se conoce como ‘trabajadores en B‘, todos señalan claramente como uno de sus detonantes al pluriempleo. De hecho, países como Grecia (donde las actividades sumergidas superan el 20,2% del PIB) han limitado la jornada de estos empleos ‘extra’ para intentar aflorarlos, una jugada que hace meses provocó una polémica con la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo española Yolanda Díaz.

En España, el pluriempleo tiene un peso relativamente muy pequeño, aunque crece con intensidad. En el primer trimestre de 2024 sumaban 591.300 ocupados, un 31,5% más que en el mismo periodo de 2019, antes del estallido de la pandemia. En ese lapso, la ocupación ha registrado un incremento relativo del 9,1%. Aunque los ocupados con más de un empleo supongan apenas un 2,78%, suponen un 7,9% del incremento de la ocupación acumulado en el último lustro.

Pero el peso aparentemente reducido del pluriempleo en el mercado laboral hace que muchos soslayen su efecto sobre la economía sumergida. Además, su papel en la brecha que refleja la métrica más utilizada al hablar del empleo sumergido, la diferencia entre las cifras de ocupados que recogen la EPA y los datos de afiliación a la Seguridad Social, es complejo de entender.

Cae la brecha entre estadísticas de empleo

Se interpreta que, como la estadística del INE es una encuesta, las personas con empleos irregulares están más dispuestas a ‘aflorar’ su existencia. Pero no todos son de la misma opinión. Según el investigador de Fedea, Florentino Felgueroso, no es habitual que un trabajador que no está dado de alta a la Seguridad Social lo reconozca al ser encuestado por otra institución pública como el INE, por lo cual la discrepancia se debe a otros factores.

Según su análisis, dos de ellos hacen que haya más ocupados EPA que los que cuenta la Seguridad Social: los empleados públicos afiliados a las mutuas de funcionarios, que no se recogen en los datos de Seguridad Social y los trabajadores afiliados al antiguo sistema especial agrario, que se mantienen en alta, aunque no trabajen. Pero unl tercer colectivo actúa en dirección contraria, haciendo que se registren más afiliados que ocupados: se trata, precisamente, de los pluriempleados, “que no siempre se recogen en la EPA“, según Felgueroso Es decir, que al revés que ocurre con los demás, la afiliación cuenta más trabajadores pluriactivos que el INE.

Históricamente, el sector público ha sido el que más influye en esta distorsión, pero en los últimos años ha perdido relevancia por la jubilación de los antiguos funcionarios adscritos a las mutuas. También han descendido los trabajadores agrarios en el régimen especial agrario (una parte de ellos se han convertido en fijos discontinuos, que sí son dados de baja de afiliación al pasar a la inactividad). Por el contrario, el colectivo de los ocupados pluriactivos ha ganado peso con intensidad, más que lo ha hecho la afiliación.

Esta evolución diferenciada explica la espectacular caída de la brecha entre los ocupados EPA y la afiliación desde la crisis financiera: desde los 919.980 en el primer trimestre de 2012a los 529.680 en el arranque de 2024. Según explica Felgueroso, si se descuentan a los a trabajadores agrarios y los funcionarios que siguen afiliados en mutas, la brecha se reduciría prácticamente a cero.

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Pero esta situación parece contradecir lo que ocurre en otras latitudes, como el citado ejemplo de Grecia, donde los segundos empleos pasan bajo el radar tributario con mayor intensidad. Pero también bajo su EPA, que arroja una tasa muy inferior a la española, del 1,4%. Algo que resulta lógico, ya que son trabajos habitualmente de tardes o fines de semana y muchos trabajadores prefieren ahorrase trámites y pagar cotizaciones solo por esas horas. No obstante, no podemos apreciar el alcance de esta situación si no tenemos en cuenta el ‘efecto pluriempleo’.

El sorprendente ‘efecto pluriempleo’

Como hemos contado en elEconomista.es, solo existe una estadística pública que recoja el número de afiliaciones en pluriactividad: el Anuario de Estadísticas Laborales, cuyos últimos datos solo llegan a 2022, cuando hablan de una media de 778.936 altas en pluriactividad. Para ese mismo ejercicio, la EPA arroja un dato anual de 532.400 ocupados pluriactivos. Aunque la abultada diferencia puede hacernos perder de vista que entre 2009 y 2022 los segundos crecieron el doble que los primeros.

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Pero el mismo Anuario de Estadísticas Laborales lo deja claro en las notas metodológicas que acompañan sus datos. Por un lado, recalca que el concepto de “trabajadores afiliados” no se identifica necesariamente con el de trabajadores personas físicas, sino con el de obligaciones de cotizar. Es decir, que “la misma persona” se contabiliza tantas veces (como trabajador afiliado) “como situaciones de cotización tenga“.

Entonces, ¿cómo se calcula el número de personas físicas afiliadas? El propio informe da explícitamente la respuesta: a las cifras trabajadores afiliados (pero que realmente recogen situaciones que implican obligación de cotizarlas) “debe restarse la cifra de trabajadores con pluriempleo”. Que no son realmente ‘personas trabajadoras’, sino situaciones en las que un mismo trabajador se da de alta más de una vez.

Es decir, si en 2022 se registraron 20.108,5 afiliaciones medias, al restarles las 778.936 afiliaciones en pluriactividad, nos arroja una cifra de 119.329.56 personas afiliadas. El mismo ejercicio se puede hacer para remontarnos hasta 2012. Esta distorsión es reconocida, aunque se le resta importancia. De hecho, las afiliaciones en pluriactividad suponen menos de un 4% del total (aunque rondan las 800.000), un porcentaje más o menos estabilizado en los últimos años. Parece incluso una cifra pequeña, dada la volatilidad de estos segundos empleos.

Impacto sobre la economía sumergida

Lo que no se puede calcular con esta fórmula es el número exacto de personas afiliadas pluriactivas. Pueden ser 778.936 o menos en función del número de segundos empleos que tenga cada uno. El número de personas en esta situación solo aparece en las cifras de la EPA y están aumentando. Y esto tiene una gran importancia para el debate de la economía sumergida, porque nos encontramos con que la pluriactividad no reduce la brecha entre personas ocupadas, según el INE y personas afiliadas a la Seguridad Social, sino que frena su retroceso.

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Si comparamos la cifra de personas afiliadas (corregido el efecto desempleo) que recoge el Anuario con los ocupados anuales, la brecha se dispara de las poco más de 500.000 a 1,3 millones. También se registra una fluctuación mucho mayor en 2020 y 2021, que se puede explicar por el retroceso de actividades, que frenaron las actividades no declaradas, sobre todo en sectores más expuestos al contacto personal.

En cualquier caso, la brecha se está reduciendo por la caída de funcionarios mutualistas y trabajadores agrarios. ¿Y las personas con más de un empleo? Es difícil predecir que ocurrió en 2023 (cuyos datos de afiliación en pluriactividad no se han publicado) y 2024. Pero todo apunta a una desaceleración relativa de la afiliación en pluriactividad frente al repunte de los ocupados con más de un empleo.

Si esta tendencia se mantiene solo significa dos cosas: que hay más personas ‘pluriocupadas’ pero compatibilizan menos trabajos (lo que puede suponen un indicador de freno de la actividad), o que un porcentaje creciente no los declara, lo cual sería un síntoma de repunte de la economía sumergida.

En cualquier caso, la falta de datos complica este análisis. La Seguridad Social no publica cifras mensuales de afiliaciones en pluriactividad (en parte para no romper el relato de que sus datos de afiliación representan a personas ocupadas), lo que impide hacer un ajuste más continuo con la EPA. Por otro lado, no hay un análisis claro sobre las irregularidades asociadas al pluriempleo y detectadas por Hacienda y la Inspección de Trabajo en sus investigaciones.

En cualquier caso, se trata de un factor que conviene analizar cuando España, aunque ha reducido sustancialmente su tasa de economía sumergida, mantiene un nivel del 15,8%, todavía por encima del 14,2% de Francia o el 8,8% de Alemania. Por ello hay que tener claro qué papel juega el pluriempleo en este diferencial si queremos reducirlo.

Vía: https://www.eleconomista.es/