El cobre, níquel o litio son algunos de los que se necesitan en la cadena de producción
La decisión de la Comisión Europea de imponer nuevos aranceles a los coches eléctricos chinos —para compensar su competencia desleal en el mercado de la UE— ha generado controversia dentro del propio sector. No solo porque muchos fabricantes recurren a sus fábricas asiáticas para reducir costes en modelos que luego venden a todo el mundo, también por el peligro de que esta guerra arancelaria se extienda a otros eslabones clave en la producción, como el abastecimiento de minerales.
Los vehículos eléctricos y sus baterías requieren en su producción aluminio, cobre, cobalto, grafito, níquel, litio, manganeso y tierras raras. No es de extrañar, por tanto, que el arancel medio que les imponen las principales economías del planeta sea del 4,2%, lejos del 15% que se aplica al vehículo eléctrico, según revela un estudio de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Desde el organismo señalan que las tarifas van ascendiendo a medida que se avanzan eslabones en la cadena de valor del coche enchufable. Así, la importación de paquetes de baterías está sujeta a un arancel medio del 9,8% —hasta del 14% en los países menos desarrollados—. «Más de las tres cuartas partes de las economías incluidas en el estudio presentan un aumento de los aranceles desde la primera hasta la quinta etapa de elaboración», señalan sus autores en las conclusiones.