La rentabilidad de los bonos se dispara y el bono de EE UU a 30 años trepa ya al 5% por primera vez desde 2007

Los intereses siguen batiendo máximos de más de una década y amenazan con desatar la corrección en Bolsa

El presidente de la Fed Jerome Powell 

Las rentabilidades de los bonos prosiguen su ascenso de forma generalizada y alcanzan máximos no vistos en más de una década. Frente al escepticismo con que otras veces han tomado el mensaje de los bancos centrales, los inversores sí han recibido esta vez al pie de la letra la firmeza mostrada por la Fed y el BCE en sus últimos discursos, en los que insisten en que habrá tipos elevados por más tiempo de lo que se esperaba anteriormente. La Fed ni siquiera ha cerrado la puerta a un alza de tipos adicional y las expectativas de rebajas de tipos se han alejado a finales de 2024 o incluso principios de 2025, como sucede con la zona euro.

Los bonos soberanos de EE UU son los que están marcando el paso al mercado y el de 30 años marca hoy un hito que está tirando al alza del conjunto de las rentabilidades en la renta fija. Ha alcanzado el 5% por primera vez desde 2007, al tiempo que el bono a una década también se acerca a esa cota y se sitúa en el 4,88%, en máximos igualmente de los últimos 16 años. El aumento de su rendimiento, en paralelo a la caída de su precio, contagia al conjunto de la deuda soberana europea. El bono alemán a una década se mueve ya al filo del 3%, un nivel que no alcanza desde julio de 2011 y hoy se sitúa en el 2,98%. El bono italiano a 10 años, en el 4,94%, se acerca a su vez a la cota del 5%, récord de 2012. Y el bono español al mismo plazo cotiza hoy nuevamente sobre el 4%, en máximos desde finales de 2013.

En la sesión de ayer varios representantes de la Fed comentaron la necesidad de alguna subida adicional de tipos, para luego mantenerlos altos durante más tiempo del previsto inicialmente, mientras que el presidente del Banco de la Reserva Federal de Atlanta, Raphael Bostic, fue más allá, descontando sólo una bajada en 2024, frente a las dos a las que apunta la última previsión de septiembre avanzada por la Fed tras su reunión.

Además, la destitución de Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de representantes de EE UU anoche, eleva la incertidumbre política en EEUU, y las Bolsas lo están recogiendo con tono negativo. Por su parte la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha insistido esta mañana en un discurso en su mensaje de que los tipos de interés seguirán en niveles “suficientemente restrictivos” el tiempo que sea necesario. Es decir, no hay ninguna intención de bajarlos.

El ascenso continuado del rendimiento de los bonos están determinando el signo negativo de las Bolsas en este inicio de mes. La deuda está anticipando no solo tipos altos por más tiempo sino también la posibilidad de un ajuste adicional al alza, sin que se dé aún por ganada de forma definitiva la batalla frente a la inflación. El precio del petróleo, cada vez más próximo a la barrera de los 100 dólares el barril brent, ha abierto un nuevo foco de presión inflacionista para los bancos centrales de impredecible evolución.

Con un coste de financiación cada vez más elevado, los valores con mayores niveles de endeudamiento son los que más sufren. También los denominados de crecimiento, cuyas valoraciones en Bolsa están condicionadas al precio del dinero a futuro. Así, el mes de septiembre ha sido el peor en lo que va de año en Wall Street, con una caída para el Nasdaq cercana al 6%. Aun así, la rotunda subida de rentabilidades de los bonos no termina de precipitar una corrección en Bolsa y la próxima temporada de resultados empresariales, que comenzará en los próximos días, podría servir aún como catalizador con el que apurar un poco más el rally acumulado en el año o para, al menos, apuntalar lo ganado.

La volatilidad sí ha subido estos día, en paralelo al alza de rentabilidad de los bonos y el índice Vix alcanza los 20 puntos, máximos del pasado mayo aunque aún por debajo de los niveles superiores a 25 marcados en marzo, coincidiendo con la crisis de la banca regional estadounidense y la quiebra de Silicon Valley Bank.

El mensaje de los bancos centrales sigue siendo de dureza, sin ninguna complacencia ni pistas para futuras bajadas de tipos y está causando un efecto inmediato al impulsar las rentabilidades de los bonos, con un efecto global en el conjunto de activos financieros que tiene su epicentro de Estados Unidos.

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