La crisis energética costará 500 euros al consumidor (luz y gas) y pone en riesgo la recuperación

  • Danske Bank: “Las medidas de los gobiernos tendrán un impacto moderado”
  • “La inflación subirá muy por encima de los salarios en la zona euro”
  • El poder adquisitivo de los hogares se verá reducido y lastrará el consumo
Las turbinas eólicas operan en un campo de trigo bajo nubes de tormenta. Foto de Alamy

El creciente coste de la energía está empezando a hacer mella de forma considerable en el bolsillo de los europeos. Tal es así que algunos expertos e instituciones han comenzado a señalar a esta incipiente crisis energética como uno de los grandes riesgos para la recuperación económica que acaba de empezar. Los hogares van a tener que dedicar una porción cada vez mayor para pagar luz, gas o gasolina, lo que deja una menor porción de renta para gastar en los segmentos que podrían dar un mayor impulso a la actividad económica.

El consumo privado ha sido el propulsor de la recuperación, sostenido en una demanda embalsada y una mayor confianza. Por ejemplo, de los 17,5 puntos que creció la economía española en el segundo trimestre, el consumo supuso 12,5 puntos. Sería una pena que parte del ahorro forzoso que se está canalizando en consumo termine ‘perdiéndose’ por el sumidero de las importaciones (restan en la ecuación del PIB) a través de unos precios de la energía más altos. Esto restaría potencia a la recuperación y a la creación de empleo.

Los precios de las materias primas han subido de forma brusca en los últimos meses. El europeo se ha disparado un 75% en comparación con hace un mes. Con los precios futuros actuales, los economistas de Bank of America Merrill Lynch (BofAML) estima que los hogares europeos se enfrentan ahora a dos años consecutivos de aumentos en las facturas de electricidad y del gas de entre el 15 y el 30%.

500 euros más por hogar

Sin tener en cuenta el mayor coste también de la gasolina y el gasóleo (que puede sumar unos 300 euros más), los hogares europeos tendrán que pagar unos 500 euros extra entre la factura de luz y gas. Los últimos datos revelan que el hogar europeo medio gasta unos 800 euros al año en electricidad y 400 euros en gas, con un 30% y un 40% de los costes de electricidad y gas ligadas a las cotizaciones internacionales, respectivamente (el resto son partes reguladas, fijas e impuestos). 

De este modo, desde BofAML estiman que la factura media de la luz de los hogares en los principales países europeos aumentará un 14% en 2021 y otro 14% en 2022, mientras que la de gas lo hará en un 32% en 2021 y un 28% en 2022, lo que equivale a un aumento a unos 500 euros extra para un hogar típico, según los cálculos de BofAML.

“Países como España e Italia ya están experimentando fuertes subidas en 2021, mientras que los hogares del norte de Europa están temporalmente aislados por ciertas coberturas, pero verán la mayor parte de las subidas de precios en 2022. Las medidas de apoyo del gobierno proporcionarán una compensación solo moderada en algunas regiones”, explican los analistas del banco americano.

“Una tormenta perfecta”

Los futuros del gas europeo han llegado a tocar los 100 euros megavatio hora (MwH), “lo que ha incrementado las preocupaciones del mercado por una inminente crisis energética en Europa. El rápido y fuerte aumento de los precios del gas natural en el Viejo Continente son el resultado de una combinación de factores. La demanda se ha visto impulsada tanto por el invierno muy frío (en 2020) como por el caluroso verano posterior, que impulsó las necesidades de calefacción y aire acondicionado en los hogares”, según explican desde Danske Bank en un informe.

Por otro lado, la reducción de la producción de energía nuclear ha incrementado la importancia relativa de los combustibles fósiles y las energías renovables. El caluroso verano también ha reducido el suministro de electricidad tanto de las centrales hidroeléctricas del norte de Europa como de la energía eólica. De modo que la ausencia de fuentes de energía alternativas ha aumentado la demanda de combustibles fósiles, y especialmente de gas natural, mientras que los inventarios han caído por debajo de los niveles normales para los meses previos al invierno en el hemisferio norte.

Todos estos componentes por sí solos ya tendrían un impacto notable en el coste de la energía. Pero por si no fuera suficiente, el mercado energético también puede verse afectado por la transición verde en Europa, donde el aumento de los precios del CO2 fomentan un cambio hacia las energías renovables, pero mientras que la transición dure y no se logra que las renovables sean menos volátiles, el gas seguirá siendo la solución de referencia para producir energía. En conclusión, los expertos de Danske Bank creen que la inminente crisis energética crea una tormenta perfecta”.

El tiempo no acompaña

Sin embargo, el aumento de la demanda de energía no es específico de Europa. El clima frío y la recuperación pospandémica de la actividad industrial han aumentado la demanda también en Asia, lo que ya ha provocado un racionamiento energético en muchas provincias chinas. Desde la perspectiva europea, esto limita el suministro global de GNL, que teóricamente podría enviarse a Europa, ya que una gran parte del suministro ya se ha vinculado a Asia con contratos largos.

“El traspaso de los precios de la subida de precios del gas a los consumidores probablemente será más alto en Italia, dado que el gas representa el 38% del consumo de energía (en comparación con el 23% en Alemania, el 22% en España y el 15% en Francia)”, explican desde Danske Bank.

El gran problema es que la subida de precios en la energía son un coladero para los países importadores de materias primas. Buena parte del mayor coste de la energía va a parar a los países que son exportadores netos o a los gobierno (a través de impuestos). El gasto de los consumidores y las cuentas de las empresas (las que no son energéticas) pueden sufrir, poniendo en peligro la recuperación de la economía. Más inflación, junto a menos consumo y crecimiento real. El escenario puede ser una estanflación suave.

Desde Danske Bank apuntan lo siguiente: dado que los salarios negociados de la zona del euro crecieron solo un 1,7% en el segundo trimestre, unas tasas de inflación superiores al 3% durante el resto de este año apuntan a una creciente erosión del poder adquisitivo, que esperamos se refleje en una notable desaceleración del consumo privado de la zona del euro. Además, la emergente crisis energética europea no solo afectará a los ingresos reales, sino que también podría provocar interrupciones en la producción en la industria manufacturera como ya se han visto en China.

“Los precios elevados de la energía combinados con la inflación de costes producto de los problemas actuales de suministro global plantean desafíos para la fabricación y la renta real disponible, que los gobiernos europeos ya han tratado de suavizar. No obstante, el momento es desafortunado, ya que la recuperación sigue siendo vulnerable a reveses”, sentencian los expertos del banco nórdico.

Vía: https://www.eleconomista.es