Son documentos con similitudes, pero la finalidad y validez legal es completamente diferente entre ambos.
Un albarán de entrega no es lo mismo que una factura. Probablemente, si eres novato o novata en esto de ser freelance o autónomo, o si estás planteándote serlo, confundas conceptos que, a priori, suenan similares. Pero no son lo mismo.
En el primero de los casos, existe un documento de carácter mercantil en el que las dos partes que intervienen en una operación acreditan la prestación y la recepción de un bien o servicio. A esto se le llama albarán de entrega, también conocido como nota de entrega.
Con este documento se deja constancia de una transacción, pero en ningún caso de su pago. Para eso está la factura. Ésta tiene validez administrativa y tributaria siempre que esté emitida correctamente. En este artículo te explicamos cómo hacer una factura sin cometer errores.
Así las cosas, la factura siempre debe emitirse después del albarán de entrega. Es decir, una vez el receptor del bien o servicio firme la recepción del mismo y con ello de potestad para generar la factura correspondiente.
No obstante, en el caso de los albaranes de entrega existen dos tipos: el albarán valorado, en el que se incluye el precio desglosado de cada uno de los productos o servicios vendidos con sus posibles descuentos y su IVA, y el albarán sin valorar, que se ciñe a la mercancía que se ha transportado o al servicio que se ha vendido.
Para realizar correctamente un albarán de entrega valorado debe incluirse un número de documento, la fecha de la transacción y los datos del emisor, con su CIF/NIF y razón social, entre ellos
Además, según explican desde el software de facturación Holded, también se ponen los datos del receptor y la descripción de los bienes o servicios. Por supuesto, deberá tener un espacio bien señalizado para que el receptor pueda estampar su firma.