- La curva de tipos se invierte con la mayor intensidad desde el año 2000
- Las condiciones para las pequeñas empresas es la peor en décadas,
- con un mercado de empleo cada vez más caro y la financiación más dura
El aterrizaje suave de la economía de EEUU se está desvaneciendo con la persistencia de la inflación, mientras la Fed se prepara para más subidas para mantenerla a raya. Comienzan a aparecer argumentos para pensar que la coyuntura no atraviesa un ligero tropezón, sino algo más grave.
EEUU ha sido la primera potencia económica en entrar en recesión técnica, al enlazar dos trimestres consecutivos de caída del PIB. Sobre el papel, parece que solo ha sido un pequeño accidente. Y más después del vigoroso dato de empleo de julio. Pero las cifras tienen su cruz. La Fed se ha comprometido a atajar la inflación, pese a que pueda generar una recesión en la economía.
El mercado ya descuenta una nueva subida de tipos de 75 puntos básicos para la reunión del 20 y 21 de septiembre. “El resultado más probable es que tiene que haber una recesión para controlar la inflación, en EE. UU. y en otras regiones”, señala Stephen Miller, consultor de inversiones de GSFM. “Los bancos centrales se aferraron a la narrativa transitoria durante demasiado tiempo, la Fed y sus pares tendrán que subir las tasas mucho más de lo que anticipan los mercados”.
Este escenario abre la puerta a que los bancos centrales se pasen de frenada y terminen provocando un hundimiento de la economía, mucho más profundo de lo esperado, al endurecer el crédito por encima de lo necesario. La consecuencia sería profundizar innecesariamente en la recesión. “La inflación elevada significa que el interés neutral, el punto de equilibrio de los intereses para que la economía crezca sin desequilibrios, sigue siendo demasiado alto y la política monetaria de la Fed demasiado laxa”, explica el economista jefe del Intitute of International Financial, Robin Brooks. Pero añade que se trata de un punto de vista “muy corto”, ya que se ignora el aumento de los tipos hipotecarios, “las condiciones financieras se han endurecido tanto como en 2008 o 2020”.
El recorte del crédito lleva a una economía inevitablemente a la contracción. La crisis de 2008 donde el crédito se secó es el ejemplo paradigmático de una recesión provocada por una crisis de crédito. A este horizonte se suman más indicios, de que no nos encontramos en una recesión controlada, sino que será más larga y profunda de lo esperado.
La semana pasada, el Banco de Inglaterra la puso negro sobre blanco. Anticipó que la economía británica se contraerá cinco trimestres consecutivos desde finales de este año y supondrá una pérdida del 2% del PIB. Acostumbrados a las últimas caídas del PIB, provocadas por la pandemia, parece un descenso insignificante, pero la proyección que viene de Londres apunta a una recesión larga y dura.
El indicador infalible de la curva en EEUU
Las perspectivas para Reino Unido merece la pena tenerlas en cuenta, porque al igual que EEUU, van muy por delante del ciclo económico de Europa. Si EEUU y Reino Unido caen una recesión profunda es difícil pensar que el Viejo Continente se libre. Otra señal indicativa de problemas es la curva de tipos en EEUU. En las últimas diez recesiones que sufrió el país, en todas menos en la de 1965 y 1966, en todas la rentabilidad de los tipos de intereses a dos años superaron a los de la deuda diez años. Actualmente, la inversión de la curva es la más profunda desde el 2000. Las expectativas de subidas de tipos están teniendo efecto en los plazos más cortos de la curva.
Sin salir de la influencia de los bancos centrales, la evolución de la masa monetaria es otro de los indicios que suelen avanzar problemas para la economía. Si hay una contracción de la oferta monetaria, ajustada por la inflación; anticipa una recesión. “Un crecimiento de M2 de menos del 3% señalaría absolutamente una recesión, y una pronunciada, pero el mensaje está lejos de ser claro”, indica Nicholas Colas de DataTrek Research.
La oferta M2 de la Fed, que incluye el dinero que hay en circulación más los depósitos de los ciudadanos, registra una caída del 2,5%, actualmente. El experto pone peros a la fiabilidad del dato para desvelar recesiones por el excepcional crecimiento que experimentó la masa monetaria en 2020 y 2021 gracias al repunte de los ahorros y ayudas gubernamentales.
Caída de las materias primas
El origen del actual episodio de inflación se cocinó por el rápido encarecimiento de las materias primas, especialmente, energía. La apertura de las economías provocó un fuerte aumento de la demanda, para una oferta que había quedado mermada por la pandemia. Los metales, el petróleo o el precio de los alimentos siempre han estado considerados como un indicador adelantado de la economía. La corrección de metales industriales superior al 20% desde los máximos del año pasado, la reciente caída del petróleo y el descenso del 12% en el precio de origen de los alimentos dibujan una caída de la demanda a corto plazo, que acompaña a las recesiones.
El índice de Bloomberg Economics de probabilidad de recesión en EEUU ha escalado al 40%. La economista jefe de EEUU, Anna Wong, dice que la posibilidad para los próximos doce meses es baja, pero ya contempla un significativo frenazo. Una desaceleración que ya notan las pequeñas empresas de a pie de calle de EEUU. En junio el índice de National Federation of Independent Business (NFIB, asociación de pymes en EEUU), que mide las condiciones de actividad, cayó al nivel más bajo en 48 años. “El empleo sigue siendo sólido con abundantes ofertas de trabajo y salarios en aumento, lo que no suena como una recesión, pero la oferta se tambalea”, comenta Bill Dunkelberg, economista jefe de la asociación. “Los dueños de negocios esperan que las ventas sigan cayendo y más empresas planean reducir el inventario y son indicadores con un argumento muy sólido para anticipar una disminución de la actividad económica”.