- Las rotaciones de los indefinidos ya superan las de los asalariados temporales
- Los fijos discontinuos se consolidan como los empleos más inestables
- España sigue rompiendo récords de dimisiones con 2,4 millones hasta septiembre

España cuenta con más trabajadores con un contrato indefinido que nunca, pero esto no ha supuesto una reducción de la volatilidad de los puestos de trabajo. La Seguridad Social registró en octubre una media de 200.734,26 altas y bajas de afiliación diarias, una cifra muy similar a la que se anotaba en los mismos meses de 2019 y 2021 y dibuja un escenario en el que el notable incremento de los empleos más estables se ha visto contrarrestado por una mayor volatilidad de los temporales, pero también de los indefinidos, en especial entre los fijos discontinuos.
A punto de cumplirse el cuarto aniversario de la reforma laboral, y a la espera de conocer el veredicto del grupo de expertos designados por el Ministerio de Trabajo, los sindicatos y la patronal para evaluar los resultados de la norma que ellos mismos pactaron, los datos muestran que los cambios en la contratación no han corregido una de las principales debilidades del mercado laboral español: la elevada rotación de los puestos de trabajo.
El pasado octubre cerró con un total de 2,34 millones de altas y 2,92 millones de bajas de afiliación al Régimen General. Teniendo en cuenta que el mes contó con 23 jornadas hábiles, esto arroja una media de 101.078,22 altas y 99.656,04 bajas diarias, según la Tesorería de la Seguridad Social. La suma de ambas métricas, 200.734,26, equivale al 1,15% del total de afilados. Una tasa que puede parecer reducida pero no olvidemos que hablamos de datos diarios.
Si comparamos las cifras absolutas con las de los periodos equivalentes previos a la reforma se aprecia que la volatilidad en septiembre es prácticamente la misma que en 2019 y en 2021, aunque sí se ha moderado respecto a 2017 y 2018, que marcaron una media de 220.000 altas y bajas. Fueron dos años marcados por una intensa creación de empleo tras la Gran Recesión, lo que explica que también registraran un mayor volumen de rotación, propiciada por un peso de los contratos temporales mayor que el actual.
Aunque aquí conviene precisar que los datos y las comparativas fluctúan enormemente según el mes que tomemos como referencia. Si en lugar de octubre nos fijamos en el dato de septiembre de 2025, vemos que hubo 252.000 altas y bajas. Es la segunda cifra más alta de toda la serie histórica (que se remonta a 2009) después de la anotada el mismo mes de 2019
Así, el comportamiento de las altas y bajas de afiliación es coherente con un crecimiento sostenido del empleo en un mercado laboral marcado por la estacionalidad y los trabajos eventuales. Lo que ha cambiado sustancialmente tras la pandemia es la composición de esta volatilidad, es decir, los empleos afectados por ella. Antes de la reforma, la práctica totalidad eran contratos temporales, pero tras el cambio legal, el peso de los indefinidos se ha disparado.
Si en 2019 apenas suponían el 13% de las rotaciones, en octubre alcanzaban el 49% del total de rotaciones (con 99.463 registradas) y superan a las de los temporales, que suponen un 47% (con 96.181). Si desglosamos por tipos de indefinidos, vemos que el peso de las altas y bajas de los ordinarios ha subido del 8% al 20% y las de los fijos discontinuos del 5% al 29%.
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Esto apunta claramente a que los empleos indefinidos creados tras la reforma son más volátiles. En el caso de los fijos discontinuos esto se explica por las características del empleo, ligados a la estacionalidad y que obligan al trabajador a encadenar periodos sin trabajar ni cobrar un sueldo ni cotizar hasta que la empresa les vuelve a llamar. De hecho, la segunda causa de baja de afiliación del total de los asalariados, después de la finalización de un contrato temporal, y la primera de los indefinidos es ese pase a la inactividad.
Los contratos volátiles lo son cada vez más
En el caso de los indefinidos ordinarios, la explicación es más compleja, ya que la Seguridad Social no analiza las causas de bajas por tipo de contrato fijo. Así, el motivo más habitual de baja sería una dimisión, aunque, como hemos contado en elEconomista.es, es factible que buena parte de estos casos se deban a fijos discontinuos que no se reincorporan al llamamiento. Le siguen a mucha distancia (son un 35% menos que las renuncias) los despidos, incluyendo aquí las bajas por no superar el periodo de prueba. Aunque estos se han disparado un 138% respecto a los niveles previos a la reforma.
Pero para analizar la evolución de la volatilidad del empleo no basta con las cifras absolutas: hay que recurrir a la tasa de volatilidad diaria que como decíamos más arriba, en octubre fue del 1,15%. Y de aquí sí se puede extraer un balance mucho más positivo para la reforma: se ha reducido en 2 décimas respecto a los niveles previos de la reforma y casi cinco respecto a 2017 y 2018. Una mejoría que parece contradecir lo que dicen las cifras absolutas.
Sin embargo, puede explicarse por un efecto composición: hay más afiliados indefinidos, lo que reduce la tasa de entradas y salidas. En este caso, los datos de Seguridad Social también permiten hacer una comparativa por tipo de contrato. Y lo que salta a la vista es una enorme divergencia entre los asalariados.
La tasa de volatilidad diaria de los indefinidos ordinarios (los trabajadores más numerosas y los que más se han incrementado tras la reforma en términos absolutos) ha pasado del 0,18% en 2019 al 0,32% en septiembre de este año. El porcentaje es muy pequeño, pero significativo: casi se ha duplicado en términos relativos. Un incremento que se concentra en un parte relativamente reducida del total de afiliados: en particular aquellos que han firmado su contrato hace menos tiempo.
Aunque el grueso de estos asalariados tiene empleos más estables que el resto, su volatilidad se equipara a los que figuran bajo la categoría “otros” (en su mayoría funcionarios, interinos y personal ‘de confianza’ de las administraciones públicas) que se mantiene estable en un 0,31%.
Por su parte, la tasa de los temporales ha crecido del 3,9% al 4,5% mientras la de los fijos discontinuos se ha disparado del 2% al 5%. Esto supone que los empleos ligados a actividades eventuales y estacionales han incrementado su rotación tras la reforma.
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En el caso de los contratos temporales, esto también responde a un efecto composición propiciado por la desaparición de los contratos eventuales por obra y servicio. Su duración era más larga (e incierta) que la de los temporales de los contratos por circunstancias de la producción, los de sustitución o los de formación. Una parte de esos empleos ligados a obra y servicio ahora se prestan con indefinidos ordinarios (lo que puede explicar una mayor volatilidad y el auge de despidos de trabajadores que llevaban poco tiempo en el puesto). Pero en este aspecto, el contrato ‘estrella’ de la reforma laboral han sido los fijos discontinuos.
Aunque son los que menos peso tienen en el mercado laboral (apenas un 5,5% frente al 13% de los temporales, el 73% de los indefinidos ordinarios y el 9% de los que figuran bajo la categoría otros) suponen el 29% de las rotaciones. Y su tasa de volatilidad, como hemos visto, ya supera a la de los temporales propiamente dichos.
Esta evolución apunta a una mejoría de la calidad del empleo que es mucho más intensa en términos contractuales que en la realidad cotidiana de los puestos de trabajo. Aunque la estabilidad del empleo es mayor en términos agregados, si analizamos la tasa de volatilidad diaria de los trabajadores de cada tipo de contrato, todos, salvo los funcionarios, parecen haber empeorado.
Lo cual tiene una lectura clara: cualquier cambio legal tendrá un alcance limitado si no se acompaña de otras políticas igual de ambiciosas que impulsen transformación del modelo productivo con menor peso de la temporalidad y las actividades estacionales. En ese camino a España le queda aún mucho por recorrer.