Los bares y restaurantes en los hoteles se adaptaron en su día a las nuevas exigencias de la pandemia, pero la falta de turistas durante un año obligó a muchos a mantenerse cerrados a la espera de que la vacunación haga su efecto.
Tras meses de confinamiento estricto en España, el plan de desescalada a partir de mayo de 2020 llevó a la reapertura progresiva de esos locales con restricciones.
Distancia de seguridad, aforos reducidos, limpieza regular de objetos y demás normas se convirtieron en la tónica habitual, sin olvidar la necesidad a menudo de reservar mesa por franjas horarias.
El “bufet asistido” cobró forma, con el personal sirviendo directamente el desayuno a los clientes o proporcionándoles comida envasada en monodosis para evitar los contactos al máximo.
“En verano tuvimos un espejismo de cómo se podía plantear el turismo, no se nos pasaba por la cabeza que hubiera una segunda o tercera ola”, afirma el director general del Instituto Tecnológico Hotelero (ITH), Álvaro Carrillo.
La realidad se impuso y quedó prohibida la movilidad entre la mayoría de las regiones, limitándose los viajes a aquellos estrictamente necesarios, lo que supuso la desaparición de prácticamente toda la demanda.
“Sin gente, los hoteles están obligados a cerrar. Desgraciadamente el turismo ha desaparecido. Estamos intentando ver alguna luz en las vacunas y, más que en ellas, en el pasaporte sanitario”, añade el responsable.
LA ESPERANZA DEL VERANO
Su escenario más optimista es el de regresar a una situación como la del pasado verano, si las condiciones lo permiten y la vacunación se consolida en España y otros países emisores de turistas como el Reino Unido.
El año pasado, los meses de verano y otoño representaron el momento “más favorable” en lo que va de pandemia, puesto que abrieron en torno al 40 % de los hoteles en el país, aunque no todos lo hicieron al 100% de su capacidad y hubo un incremento de costes del 25 %, según fuentes del sector.
Carrillo espera que vuelva a aplicarse el esquema ya conocido, conforme a las directrices que elaboraron en su momento el ITH, la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat), Hostelería de España y grandes cadenas, a petición de la Secretaría de Estado de Turismo.
El Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE) y las organizaciones del sector también coordinaron con las autoridades un protocolo de medidas para la reducción del contagio por el coronavirus en hoteles y apartamentos turísticos.
IMPULSO A LA REACTIVACIÓN
El presidente del ICTE, Miguel Mirones, asegura que el funcionamiento de todos los subsectores, incluida la restauración, se ha visto sometido a las restricciones de movilidad desde el primer momento.
En su opinión, la “paralización absoluta” ha colocado al sector en una situación “muy complicada”, que requiere de la adopción de medidas “urgentes” con vistas a rescatar las empresas afectadas.
“La prolongación de los cierres está provocando que las empresas tengan que soportar diferentes tipos de gastos sin ingresos o con unos ingresos muy menguados como en el caso de los restaurantes y los bares”, apunta Mirones.
Insiste en que la reactivación de la actividad pasa por el cumplimiento del plan de vacunación, que debe acelerarse para “intentar que, de cara a la temporada de verano, haya el mayor porcentaje posible de gente vacunada”.
Según el presidente del ICTE, la planificación resulta esencial para que los establecimientos hoteleros y de restauración puedan planificar su reapertura, a diferencia de lo que ocurre actualmente, cuando se ven “sometidos a cambios de ordenanzas y criterios casi quincenales”, en función de lo que decida cada comunidad autónoma.
Mirones defiende, además, que los protocolos se han cumplido “estrictamente” y que el sector turístico, incluyendo la restauración en su interior, “ha acreditado un alto grado de responsabilidad” durante este periodo.