Las consecuencias económicas del confinamiento causado por el covid-19 van a perjudicar aún más a las mujeres trabajadoras, que ya antes de marzo veían cómo la brecha salarial se agrandaba. Ahora será una zanja
Nada nuevo bajo el sol. Las mujeres han conciliado peor durante la pandemia y van a ser el sector de población más dañado por la onda expansiva del Covid-19. En realidad, poco o nada ha de extrañarnos el negro horizonte que se abre para las madres trabajadoras. La situación ya se veía muy oscura antes de que el coronavirus importado de China acabara por estropear aún más unas cifras que, tal y como se ve en el gráfico que ilustra esta página, eran poco halagüeñas. Según el informe elaborado por el Banco de España «The Child Penalty in Spain», la penalización a la maternidad en los ingresos de ellas se cifra en un 28 por ciento. El salario medio bruto de las mujeres en España representó el 78,4% del de los hombres en 2017. Ellas son infinitamente más propensas a reducirse jornadas u horas de trabajo para cuidar a la prole y lo acaban pagando doblemente, tanto en disminución de ingresos como en peores perspectivas de su propia carrera laboral. En concreto, las mujeres reducen un 9,8% el número de días trabajados durante el primer año tras la maternidad, mientras que los de los hombres no se ven afectados. Pasados diez años, el descenso en el número de días trabajados por las mujeres se amplía al 23%.
A este paisaje que ya era desolador llegó la pandemia y el consiguiente confinamiento. El teletrabajo ha supuesto para las madres trabajadoras un infierno en la tierra ante la imposibilidad de hacer ninguna de las dos cosas que se les exigía, desempeñar su labor profesional y cuidar a los hijos que no tenían colegio presencial. También ha sido, desgraciadamente, una constatación de que los roles tradicionales siguen inmóviles en muchos hogares. Ellas han cargado con la peor parte del arresto domiciliario pagando un altísimo precio en forma de estrés y ansiedad del que algún día habrá que pedir cuentas al Gobierno.
El otoño se presenta sombrío e incierto. No sabemos sí habrá que confinarse de nuevo, pero lo que es seguro es que si el colegio sigue sin ser presencial habrá miles de mujeres que no tengan otro remedio que reducirse la jornada laboral para poder atender a sus hijos. Pasaremos, tristemente, de la brecha salarial a la zanja.