La UE pacta flexibilizar el objetivo de reducción de emisiones del 90% en 2040 y rebaja sus ambiciones climáticas

  • Se incrementa del 3% al 5% las emisiones que pueden reducirse a través de créditos internacionales
  • España defendía mantener la misma ambición climática
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Friedrich Merz

La Unión Europea aborda una conversación crucial para su agenda climática. Se marcó como objetivo alcanzar la neutralidad de emisiones de efecto invernadero en 2050, y ahora revisa los pasos intermedios con la intención de conceder a la industria cierta flexibilidad y aflojar el peso que recae sobre ella. Tras una negociación que ha llegado a la madrugada, los ministros de Medio Ambiente han acordado flexibilizar el objetivo de reducción de emisiones para 2040. Se mantiene en el 90% respecto a los niveles de emisiones de 1990 pero se rebajan los requisitos para alcanzar tal ambición.

Los titulares de Medio Ambiente de los Veintisiete arrancaban las negociaciones en la jornada del martes. Una conversación que se ha extendido durante la noche y hasta la madrugada y que, finalmente, permite conceder a los países más escépticos con la agenda climática las salvaguardas y flexibilidades. Lo que deja una hoja de ruta menos ambiciosa en términos de sostenibilidad en la UE y con más manga ancha para atender a los requisitos de la industria.

El texto pactado incluye, como novedad principal, el visto bueno a que se compren créditos internacionales de CO2 en países en vías de desarrollo, una medida que permite compensar hasta el 5%, frente al 3% de la propuesta inicial de la Comisión Europea, de ese objetivo del 90% menos de emisiones de CO2 respecto a 1990.

A ello se suma que ese umbral del 5% podría elevarse hasta el 10% bajo determinadas circunstancias que no se han detallado. A efectos prácticos estas flexibilidades se traducirían en que el objetivo de reducción de emisiones real se quedaría en un 80%, respecto a los niveles de 1990.

El texto pactado contempla que tales créditos se usen desde 2036 y permite, al fin y al cabo, que los países que no cumplan con los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero puedan compensarlo pagando proyectos que contribuyan a reducir las emisiones en países en vías de desarrollo.

El debate surgía en el seno de la Cumbre de líderes de la UE que, el pasado octubre, valoraba conceder cierto margen al cumplimiento de objetivos intermedios del Pacto Verde. Ponía el foco en el 2040, y abordaban dar cierta flexibilidad al recorte del 90% de emisiones respecto a los niveles de 1990.

La UE trata de marcar sus objetivos ambiciosos de cara a la Cumbre del Clima, COP 30, que tendrá lugar el 6 de noviembre. El bloque, habituado a liderar los objetivos climáticos y de sostenibilidad, llega ante un entorno en el que el giro político en los gobiernos de socios tan relevantes como Estados Unidos constituye un giro completo en la perspectiva mundial de la agenda verde.

La petición llegaba a instancias de Francia, secundada por Alemania y con el respaldo de los Gobiernos ultraconservadores italiano y polaco. La ambición climática ha puesto a la industria en pie de guerra. Primero la del automóvil se ha rebelado ante la ambición de eliminar los vehículos de combustión en 2035, con todos los pasos intermedios que implica.

Si el anterior mandato de Ursula von der Leyen se encaminaba a marcar los objetivos de reducción de emisiones y descarbonización de la economía, como parte de Pacto Verde europeo, este mandato se trata de ejecutar los pasos concretos que se darán para llegar a tal fin. Por eso es especialmente sensible este diálogo con la industria.

Pero también es innegable que el giro hacia la derecha y extrema derecha de la mayoría de las capitales europeas no deja mucho margen a la ambición climática. Cada vez son más los gobiernos detractores de los objetivos climáticos en favor de la protección de la industria y la economía. Cabe considerar el hecho de que las tensiones con el Ejecutivo estadounidense en materia comercial no han facilitado, precisamente, las cosas para la industria europea. De hecho, la del automóvil alemana es una de las más damnificadas por las restricciones de Washington.

Vía: https://www.eleconomista.es/