En esta modalidad, el empleado puede trabajar cuando y donde quiera, ganando en seguridad
La pandemia ha impulsado el cambio hacia una cultura de mayor flexibilidad laboral, en la que el empleado puede trabajar cuando y donde quiera, lo que obliga a revisar el uso que se da a las oficinas y permite que los espacios flexibles se abran paso, incluso en las grandes compañías.
“Si el trabajo es flexible también deberán ser flexibles las oficinas”, señala Martin López, director comercial de Ofita, empresa que después de medio siglo diseñando oficinas confirma que a partir de la covid éstas serán “más seguras, más flexibles, no territoriales y colectivas”.
López recuerda que la transformación de las oficinas era ya una realidad, pero que la pandemia ha acelerado el proceso, y que en el nuevo escenario habrá que tener muy en cuenta que los trabajadores serán itinerantes y el trabajo híbrido, es decir, que combinará el presencial con el remoto.
A su juicio, las empresas se plantearán qué personas necesitan o no tener un puesto físico definido y tenderán hacia sistemas en los que los empleados tengan acceso a espacios no asignados a nadie en concreto.
“El sistema de no territorialidad permite un ahorro considerable de espacio, confiere a la organización una mayor flexibilidad y rapidez de adaptación y crecimiento y apoya la movilidad de los trabajadores y sus nuevas formas de trabajo”, explica.
También la consejera delegada de Plug@go, Covadonga González Quintana, destaca que con la crisis de la COVID-19 “se rompe el paradigma de la propiedad individual del puesto de trabajo, para empezar a hablar de espacios mucho más colaborativos y orientados al bienestar, a la marca y al propósito”.
El ‘hoteling’
Con la desaparición del puesto de trabajo personal, los empleados están abocados al ‘hot desking’ o escritorio caliente (el primero que llega lo ocupa), así como al ‘hoteling’, que permite reservar espacio -ya sea una mesa, un área de concentración o una sala de reuniones- y que está cada día más extendido, según Ofita.
No obstante, la CEO de Plug@go sostiene que la pandemia no cambia el modelo de ocupación de las oficinas, sino que “dinamiza” aquellos en los que ya habían empezando a trabajar, como el que elimina la territorialidad.
¿Sustituto o complemento
En su opinión, las llamadas oficinas flex, que pueden contratarse por meses, semanas o incluso horas, y que permiten sumar y restar metros cuadrados a conveniencia, no vienen a sustituir a las oficinas tradicionales, que exigen contratos más a medio y largo plazo, sino que es algo “complementario”.
“Las oficinas flexibles permiten que compañías del Ibex 35 puedan hacer un ‘hub’ y desplazar equipos para que se concentren en un proyecto que tiene un determinado plazo”, explica.
También sirven para que empresas internacionales no implementadas en grandes ciudades tengan una implantación flexible, sin un contrato que las ate durante años y con todos los costes operativos en una cuota mensual.
Permiten
asimismo que diferentes perfiles más nómadas se puedan unir en un punto
de encuentro y trabajar en un objetivo común, lo que remite al origen del ‘coworking’ (‘freelance’ que ocupan un espacio y hacen comunidad entre ellos para abordar intereses comunes), señala esta experta.
Grandes compañías
Desde Aticco, una de las empresas que trabajan todas las gamas de espacio flexible y ‘coworking’, creen que la llamada nueva normalidad supone para ellos una “gran oportunidad, porque habrá empresas que ofrecerán teletrabajo parcial a sus trabajadores y reducirán el espacio físico, otras que ni se plantearán alquilar oficinas con contratos de cinco y diez años y otras que lo usarán como espacio complementario”.
Su consejero delegado, Gabriel Espín, afirma que habrá grandes compañías que proporcionarán a los trabajadores cuotas de espacios de ‘coworking’ para que puedan trabajar cerca de casa, incluso que algunos profesionales decidirán pagarlo ellos, porque es más barato que cambiarse de piso.
Espín asegura que tanto los antiguos como los nuevos clientes les piden “más flexibilidad” aún y relata cómo su abanico de clientes ha aumentado “muchísimo” desde el inicio de su actividad en 2016.
“Antes era una cosa de ‘freelance’ y pymes muy pequeñas, un grupo de diez ya era una supercuenta, pero ahora tenemos empresas medianas, grandes y enormes, departamentos de innovación y empresas corporativas más formales”.
Asegura que “las grandes compañías ya lo están usando y lo van a usar mucho más”, por ejemplo para los trabajadores que les hacen auditorías y para desarrollar proyectos con otros, y que estos espacios “se van a potenciar mucho con empresas que nunca hubieras pensado y que se están abriendo mucho con la flexibilidad”.