Los expertos, pesimistas con la jornada de cuatro días por la debilidad del mercado laboral

  • El primer gran escollo es la heterogeneidad del entramado empresarial
  • El modelo no lo soportarían todas las empresas por tipología y gastos
  • Alertan de que podría propiciar más contratos precarios para cubrir horas

El debate de la jornada laboral de cuatro días parece haber llegado para quedarse aunque los augurios no son optimistas. El Gobierno está lejos de poner el tema sobre la mesa, a pesar de que el Ministerio de Trabajo haya confirmado que lo está explorando, y para los expertos la viabilidad y la conveniencia del mismo está en duda dada la idiosincrasia mercado laboral y las flaquezas actuales del mismo.

trabajadora-hora-dreamstime.jpg

Para Antonio Fernández, Profesor de Derecho Laboral de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la clave no está en la aplicación propiamente dicha de la jornada de cuatro días y 32 horas porque “cualquier empresa ahora mismo lo puede implantar sin necesidad de una ley”, sino en la posibilidad de extenderlo a nivel estatal. “No lo veo factible. La patronal no va a querer y los sindicatos sí porque siempre reducir al máximo las horas manteniendo el salario, pero hace 20 años ya se intentó reducir las horas a 35 y no salió”.

Según Fernández, la implantación del modelo no es generalizable. “Depende de cada empresa”, asegura en referencia a la heterogeneidad del entramado empresarial en España y las distintas necesidades de cada compañía.

Además, remarca que la reducción de jornada a cuatro días conllevaría la adopción necesaria de otras medidas como, por ejemplo, más contrataciones. “Reducir la jornada no implica cerrar la empresa por lo que habría que contratar a más trabajadores” para cubrir el espacio vacío de ese modelo, con el consiguiente sobrecoste para la empresa.

¿Y cuatro días pero a 10 horas? “Tampoco es factible”, indica el profesor, porque la ley que rige la jornada laboral establece que el número de horas ordinarias de trabajo efectivo no podrá ser superior a nueve diarias. “No se puede abusar”, ha insistido para apostar por jugar con el límite actual de 40 horas haciéndolas más productivas o decretando algún día de teletrabajo a la semana: “El ahorro en transporte ya supone una distribución distinta de la jornada”. O la jornada reducida los viernes.

Primero organizar la flexibilidad laboral

En este sentido también se ha pronunciado Pedro César Martínez Morán, director del Máster de Recursos Humanos del ICADE Business School, para quien lo fundamental es tener en cuanta los diferentes “recovecos” que subyacen del debate: el reparto del trabajo y la mejora de las condiciones de los ocupados. Qué trabajos hay y cómo están quienes los sustentan. Así, considera que para poder analizar la conveniencia de una jornada laboral de cuatro días es necesario plantear estas cuestiones fundamentales, especialmente en este contexto de pandemia en el que ha crecido drásticamente la tasa de desempleo y en el que la conciliación también se ha hecho más difícil para muchos trabajadores.

Según el profesor, “este debate se debe plantear desde el diálogo social. Esto lo plantea así incluso la Organización Internacional del Trabajo (OIT)” y aboga por seguir el mismo canal utilizado para sacar adelante el real decreto del teletrabajo, al que ahora habrá que hacer la “prueba del algodón” en busca de debilidades y fortalezas para conocer qué aporta al mercado laboral y si podría ayudar a replantear también las jornadas.

Martínez Morán aún es pronto para sacar conclusiones. “Más allá de la ley, toca analizar qué conviene”. En este sentido, apuesta por, primero, abordar el debate de la flexibilidad laboral y la autonomía tienen los trabajadores sobre su jornada: “¿Cómo sería la disminución de la jornada, de menos días, menos horas al día pero manteniendo los cinco días?”, se pregunta.

Además, señala otros dos problemas que abre este debate: por un lado, Martínez Morán aboga por no olvidar que la reducción de horas implicaría la contratación de empleados que cubrieran esas ocho horas semanales que quedarían al descubierto y el riesgo de contratos precarios: “¿Quién hace esas horas? Alguien no vive de hacer solo ocho horas, habría que sumarle ocho horas de otros trabajadores para que tuviera una jornada laboral, ¿pero tiene los conocimientos para cubrir esas horas de tres o cuatro trabajadores?”.

Y por otro, si la reducción de jornada a 32 horas no requiere de nuevas contrataciones, aflora un problema de productividad: “Si yo hago lo mismo en menos horas, mi puesto de trabajo está mal medido”.

No garantiza el reparto de trabajo

Por una evaluación previa también apuesta Floren Felgueroso, investigador asociado de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). En una publicación reciente en Nada es Gratis, alerta del “error de servir el mismo café para todos” y celebra que la Comunidad Valenciana vaya a experimentar con la jornada laboral de cuatro días, aunque prevé que el sistema no podrá extenderse a otros ámbitos estatales.

Según Felgueroso, los principales problemas de este modelo pasan por que no puede garantizar que el reparto del trabajo se haga efectivo y el “coste para las arcas públicas que pueda suponer compensar a las empresas”. Así, insta primero a averiguar la mejor forma de abordar el debate; si mediante una nueva regulación estatutaria e incentivos, o mediante la negociación colectiva. Y además, apuesta por implantar medidas previas en el mercado laboral que mejoren la productividad (reduciendo la precariedad laboral, por ejemplo) y apuesten por la flexibilidad de la jornada laboral o incluso el teletrabajo.

El Gobierno, dividido y muy lejos de un debate real

Sea como fuere, a nivel gubernamental el debate parece no existir. De momento se conoce que Trabajo estudia la posibilidad de implantar la jornada de 32 horas pero reconoce que aún no se ha abierto el diálogo social, tal como confirmó la ministra Yolanda Díaz hace unos días. Y es que la coalición está dividida, desde el ala más socialista, no hay cabida ahora mismo para una medida así.

La semana pasada dejaron clara su negativa a la viabilidad del modelo la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, que este lunes ha insistido en un acto de Nueva Economía Fórum en que no conoce “ninguna propuesta sobre la jornada de cuatro días ni creo que vaya a existir”

Vía: https://www.eleconomista.es