Este es el motivo por el que el aumento de algunos impuestos no recauda más, sino menos

Laffer popularizó, tras dibujarla en la servilleta de un restaurante, la curva que lleva su nombre

La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante su intervención este viernes en el Encuentro SER.La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús MonteroJulio

Emmanuel Saez es un economista franco-estadounidense, colega de los radicales Piketty y Zucman, que escribió que «una vez que has dado el paso de aumentar los impuestos , puedes llegar a dispararlos hasta que alcancen niveles que hubieran resultado inimaginables unos pocos años atrás». Lo cuenta con detalle Arthur B. Laffer, Brian Domitrovic y Jeanne C. Sinquefield en su libro «Los impuestos tienen consecuencias» (Deusto) recién aparecido en España y que es una lectura tan recomendable como ilustrativa para mentes abiertas y no sectarias. Aborda la historia del impuesto sobre la renta en Estados Unidos, desde su implantación en 1913, sus vaivenes y los distintos efectos. El texto es polémico y será denostado –sin leerlo– por la izquierda radical, entre otros motivos porque uno de su autores Arthur B. Laffer popularizó, tras dibujarla en la servilleta de un restaurante, según la leyenda, la curva que lleva su nombre. El gráfico ilustra la teoría de que a partir de unos determinados tipos impositivos no se recauda más, sino menos. Desde su popularización, en tiempos de Reagan, la famosa curva ha sido objetivo de críticas feroces y de defensas no menos apasionadas.

Ahora, Laffer y los coatores del nuevo libro mantienen y desarrollan la misma tesis que, además, permite reinterpretar parte de la historia económica americana y mundial. La Gran Depresión de la década de 1930, tras la crisis de las bolsas en 1929, se prolongó y se endureció por las fuertes subidas impositivas que aplicaron aquellos años y que provocaron que los niveles de vida se mantuvieran «tremendamente bajos» durante los quince años que van desde 1930 a 1945, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, y eso a pesar de que las horas de trabajo se dispararon para mantener la producción bélica. Todo se resume en que, como apuntan los autores, «un impuesto aplicado a un bien o a un servicio, a la renta o a la propiedad, cambia la manera en que las personas se comportan», y que «si algo queda sujeto a un gravamen, su precio sube». Un libro que hay que leer, sin olvidar la servilleta, aunque los gobernantes de buena parte del mundo se aferren a que una vez se suben los impuestos se pueden aumentar hasta lo inimaginable como detectó el progre-radical Emmanuel Saez.

Vía: https://www.larazon.es/economia/