- Las extinciones en periodo de prueba se disparan un 587%
- Las bajas por despido suben un 126% respecto a agosto de 2019
- Agosto provoca la primera caída de las dimisiones en un año
La reforma laboral no solo ha cambiado la manera de emplear, también de despedir. Ante el repunte de las modalidades indefinidas, que suponen el 40% de los nuevos contratos, las empresas han adaptado las fórmulas para hacer ajustes de plantilla, sorteando las prevenciones que incluye la propia norma. Los datos de agosto dan una buena muestra de ello.
El 64,2% de las bajas de afiliación al Régimen General de la Seguridad Social en el mes de agosto se debió a las actividades eventuales, ya fuera por el fin de un contrato temporal (51,6%) o el pase a la inactividad de un contrato fijo discontinuo (un 12,6%).
Es un porcentaje casi en diez puntos inferior al registrado en el mismo mes de 2019 (73,8%). La evolución se explica por la reducción de los contratos de duración determinada, que se traduce en un retroceso de 20 puntos porcentuales en las bajas por caducidad de un contrato temporal, mientas que las derivadas de los fijos discontinuos se han disparado un 415%.
Se da la paradoja de que estos se han convertido en la primera causa de baja de afiliación de un trabajador con contrato indefinido, superando a las renuncias y bajas dimisiones, pese al notable incremento de estas últimas: suponen el 9,8% del total de bajas registradas, cuando hace dos años solo suponían el 2,9%. Aun así, entonces eran el principal motivo por el que los asalariados desaparecían de las estadísticas.
Esta evolución confirma el impacto del intenso incremente de la contratación indefinida y la volatilidad que ha provocado en términos de altas y bajas que a un vuelco de las dinámicas de renuncia. De hecho, las bajas de afiliación de los fijos discontinuos (que a pasar a la inactividad se dan de baja a la Seguridad Social pero no cuentan como parados a efectos de las estadísticas del ministerio de Trabajo), han crecido tres veces más que las dimisiones.
Algo que refuerza esta tendencia es que antes de la reforma y la explosión de contratos indefinidos, las dimisiones se concentraban en los temporales. Algo que parece lógico: tienen menos desincentivos que un asalariado fijo para arriesgarse a cambiar de trabajo.
Pero ahora la dinámica se ha invertido y son los fijos los que lideran, con diferencia las dimisiones. Aunque las renuncias de trabajadores fijos también han echado un freno en agosto cayendo un 9%, el primer retroceso desde octubre de 2021, antes de la entrada en vigor de la norma. Parece que el empeoramiento del mercado laboral actúa como un elemento disuasorio para estas renuncias.
El truco del periodo de prueba
Pero el auge espectacular de estos fenómenos corre el riesgo de ocultar otras dos realidades llamativas que apuntan a que, en este nuevo panorama, las empresas elevan el recurso tanto del despido como de otras fórmulas similares, aunque de menor coste. Es el caso de las extinciones por no cumplir el periodo de prueba, una alternativa que permite despedir sin indemnización tras un periodo de varios meses trabajando.
Tras la reforma laboral han anotado un incremento histórico para los indefinidos: se han disparado un 587% desde los niveles de agosto de 2019. Y eso que en ese mes también han dado un respiro y han retrocedieron un 26% respecto a julio.
En este cambio puede pasar desapercibido lo que ocurre con los despidos, propiamente dichos. Ocupan un lugar reducido entre las bajas registradas cada mes, poco más de un 4%, aunque esto se explica porque la principal causa para dejar un empleo está ligada su carácter eventual y a la elevada rotación del mercado laboral, sobre todo en los últimos años de crecimiento del empleo (descontando el impacto de la pandemia en los primeros meses de 2020).
El fracaso del prohibido despedir
Sin embargo, su evolución se ha disparado en 2022 y registra cifras similares a las de los perores momentos de la crisis financiera, si descontamos el pico de los primeros meses 2020. Las bajas por despidos aumentan un 126% respecto al mes de agosto de hace dos años.
Pese al incremento de la contratación indefinida, esta evolución no deja de sorprender si tenemos en cuenta que la propia reforma laboral recoge medidas que intentan prolongarlas fórmulas del “prohibido despedir” de 2020, desarrollando mecanismos de nuevos ERTE (el conocido como Mecanismo RED).
Como si el Gobierno temiera que esto no iba a ser suficiente para frenar los despidos, las medias de emergencia a causa de la situación provocada por la crisis de Ucrania también incluyen fórmulas que ligaban las ayudas a empresas al mantenimiento del empleo. A la luz de la evolución de los datos, queda claro que esta inquietud estaba más que justificada.
La complejidad de los datos
Estimar el número de trabajadores afectados realmente por estos despidos y extinciones es complicado por el propio diseño, a veces contradictorio, de las estadísticas de Seguridad Social. Por un lado, los datos de altas y bajas de afiliación señalan que entre el 1 y el 31 de agosto se registraron 1.964.783 bajas solo en el régimen general (frente a 1.584.461 altas). Pero el registro que detalla los motivos de baja reduce el saldo solo a 75.872,47.
En el caso de las bajas por empleos de carácter eventual, pasaríamos de 48.755,32 bajas anotadas en los datos de en afiliación media a 1,28 millones en los de variación mensual.
Esto resulta especialmente pasmoso cuando se utilizan para medir el verdadero alcance de fenómenos como la Gran Renuncia: los datos de afiliación media de agosto recogen 7.490 dimisiones de trabajadores indefinidos, el 9,9% del total. Si extrapolamos este porcentaje al total supondrían 192.548 personas solo en un mes.
Hay que tener muy presente que esta estadística se diseñó para analizar tendencias sin dejarse llevar por la volatilidad de la afiliación (cada día se pueden llegan a registra decenas de miles de bajas y altas de afiliación).
No pretende elaborar un registro mensual estricto, como pueden ser los datos de paro, mucho menos asemejarse a las estadísticas de despidos y renuncias que elaboran, por ejemplo, los servicios de estadísticas de empleo de Estados Unidos.
Pero, en cualquier caso, estas tendencias de evolución y variación facilitan las claves de la evolución del mercado laboral. Además, lo hacen mes a mes.