- Los fijos discontinuos suponen ya el 10% del total de contratos
- Las mujeres solo firmaron un tercio de los indefinidos a tiempo completo
- Un tercio de los contratos duró menos de siete días
La reforma laboral ha tenido un efecto directo en las estadísticas de temporalidad de los contratos, pero el impacto en su calidad ‘real’ sigue sujeto a debate. Una de las claves es la duración de la jornada.
En los seis primeros meses del año se firmaron un total de 9,6 millones de contratos, frente a los 8,61 firmados en el mismo periodo del año anterior. La progresiva recuperación de la actividad y el fin de los confinamientos por la pandemia han sido decisivas en una recuperación que se ha visto marcada por la entrada en vigor de un nuevo marco de relaciones laborales.
Así, mientras los contratos temporales se han reducido un 17,9%, hasta los 6,3 millones, los indefinidos se han disparado un 242,9% respecto al pasado año, hasta los 3,3 millones. Han pasado de suponer el 11% al 34% del total.
Pero este incremento de los empleos indefinidos no significa más empleos a jornada completa. De hecho, estos se han reducido un leve 1,9%, mientras que los que son a tiempo parcial se incrementan un 7,5%.
Esta comparativa no incluye a los fijos discontinuos. Estos se distingue de los que son a tiempo completo y a parcial, pero no por su jornada diaria, un dato que las estadísticas del Servicio Publico de Empleo Estatal no desagrega, sino porque son eventuales.
Es decir, su actividad no es continuada en el tiempo, igual que un temporal. Pero como las estadísticas de contratos los cuentan como indefinidos, se les ha creado su ‘propia categoría aparte’, a diferencia de lo que ocurre con las prestaciones.
Más fijos discontinuos que indefinidos a tiempo parcial
De esta forma, el total de los contratos a jornada completa (ya sean temporales e indefinidos) suman 5,7 millones en lo que va de 2022 y siguen siendo la categoría mayoritaria, aunque retroceden en 116.626 respecto a los primeros seis meses de 2021.
Su peso se ha reducido del 67% al 59%. Sin embargo, este retroceso no lo absorben los contratos a tiempo parcial, sino los fijos discontinuos, que pasan de suponer un 1,2% al 10,19% tras sumar 870.303 contratos respecto a hace un año.
Si nos ceñimos a lo ocurrido en la contratación indefinida, el incremento es general en las tres variables, si bien es proporcionalmente mucho más intenso en la jornada fija discontinua. Hasta el punto de que, con 975.979, superan en número a las firmas de contratos a tiempo parcial.
Con este incremento, pasan de suponer el 11% al 29% del total de indefinidos, mientras que los que se firman a tiempo completo han retrocedido del 62% al 44%, con 1,47 millones de contratos. Si hace un año su número multiplicaba por 5,6 el de los fijos discontinuos, ahora solo lo hacen por 1,5.
Por género, sin embargo, la brecha sigue siendo reveladora. Solo un 33% de los contratos indefinidos a tiempo completo fue firmado por una mujer, mientras que supusieron un 52% de los fijos discontinuos y un 65% de los contratos a tiempo parcial.
Suben los contratos temporales más cortos
El análisis de los datos también arroja luz sobre cómo ha modificado la reforma laboral la duración de los contratos, más allá de la volatilidad estacional de cada mes. Así, en el mes de junio la duración media de un contrato temporal era de 46,37, nueve días menos que hace un año.
En términos acumulados, la media se eleva a 51,3 días, solo tres menos que en los seis primeros meses de 2021. Aun así, este recorte no deja de ser significativo habida cuenta de que la reforma tenía como objetivo mejorar la calidad del empleo no solo indefinido, siento también el temporal. Por ello, se introdujo una fuerte penalización sobre los contratos de menos de un mes.
Sin embargo, los contratos temporales que más aumentan en la comparativa interanual son los que tienen una duración entre una semana y dos semanas, que crecen un 13,6%. Por su parte, los que tienen una duración aún inferior crecen un 1,7%, aunque suponen un 30% de los temporales, frente al 24% que sumaban el año pasado.
La interpretación de este fenómeno parece responder a la supresión de los contratos por obra y servicio, que eran en su mayoría de duración indeterminada y que, en muchos casos, han sido absorbidos por los contratos fijos discontinuos.
No obstante, algunos expertos consultados por elEconomista.es apuntan a que este incremento de los contratos de menor duración responde también a un afloramiento de la economía sumergida debido al incremento de las inspecciones tras la reforma laboral.