El veto holandés amenaza con hacer fracasar el acuerdo. La mayoría asume que no habrá reparto del Fondo de Reconstrucción por 750.000 millones. El Sur no aceptará un acuerdo de mínimos
Es una de las cumbres más inciertas de los últimos años. Nadie sabe cuándo terminará o si será necesario un nuevo encuentro antes de la pausa del verano. La última propuesta del presidente del Consejo, Charles Michel, aboga por un fondo de Reconstrucción de 750.000 millones de euros del que 500.000 millones de euros se repartirán na través transferencias a fondo perdido no rembolsables, con el objetivo de no engordar la deuda de los países más castigados, y los 250.000 restantes en préstamos a bajos tipos de interés. España sería el país más beneficiado después de Italia, aunque la propuesta de Michel supedita el 30% del desembolso de los fondos a la caída del PIB en 2020 y 2021, por lo que no es posible hacer un cálculo exacto en estos momentos. Pero los Veintisiete no sólo reúnen hoy de manera presencial en la capital comunitaria, la primera cita de este tipo tras el coronavirus, para pactar este fondo de auxilio en aras de paliar los estragos económicos del coronavirus, sino que también deben llegar a un acuerdo sobre el marco presupuestario plurianual 2021-27, del que dependen las subvenciones a los agricultores, los fondos que reciben las regiones o el programa Erasmus, entre otras partidas. En febrero los líderes europeos ya fracasaron de manera estrepitosa en este reparto y ahora los dos aspectos están ligados de manera irremediable, lo que no hace sino complicar las cosas.
Reinos de taifas
El club comunitario se ha convertido en una suerte de reinos de taifas. Con alianzas y enemigos acérrimos. El equipo de Charles Michel cree que será necesario presentar una nueva propuesta durante la cumbre, pero no quiere adelantar ninguna estrategia. Nadie sabe muy bien cómo se va a conseguir la unanimidad de las capitales, indispensable para el acuerdo. «Quizás las capitales se den cuenta de que nuestra propuesta no es tan mala», asegura un alto diplomático con cierta resignación.
El club de los frugales
Austria, Holanda, Dinamarca y Suecia aparecen como un bloque cohesionado, casi granítico. Están en contra del tamaño del paquete del fondo de reconstrucción, que consideran demasiado elevado y de que la ayuda se establezca a través de subvenciones, en vez de préstamos. También defienden claras condiciones para las ayudas que incluyan no sólo cómo se gasta el dinero –doble transición energética y digital–, sino también reformas como la sostenibilidad de las pensiones o mejoras en el mercado laboral. También son partidarios de rebajar la cantidad del marco financiero y preservar los cheques compensatorios para los países que más contribuyen –rebates en jerga comunitaria–, a imagen y semejanza del negociado por Margaret Thatcher para Reino Unido.
El granítico Rutte
Este grupo cuenta como líder natural al primer ministro holandés Mark Rutte, que incluso va más allá y quiere que las capitales europeas voten por unanimidad los planes de reformas enviados por los Estados a cambio del dinero. El resto del grupo parece conformarse con la mayoría cualificada de la propuesta de Charles Michel. Fuentes diplomáticas de los países del sur aseguran que Rutte está completamente solo en el tema de la unanimidad. Todo indica que cuánto mayor sea el porcentaje de subvenciones directas, más estrecha será la vigilancia y al contrario.
El eje franco-alemán
Deberán hacer de puente entre Norte y Sur. No va a ser fácil. París y Berlín defienden el grueso del fondo consista en estos 500.000 millones de euros a través de la emisión de deuda europea en transferencias no reembolsables. Fuentes diplomáticas aseguran que tan sólo los frugales se oponen de manera contumaz a esta iniciativa que supondría un paso histórico en el club europeo. La canciller Ángela Merkel es consciente de la necesidad de contentar a los halcones del Norte en algunos puntos y de hecho también apoya el mantenimiento de los cheques compensatorios en el marco financiero plurianual , que también benefician a Alemania.
La sociedad España-Italia
Son los países más castigados por la pandemia y que también cuentan con las simpatías francesas y de otros países del sur. Defienden el tamaño de la propuesta de Charles Michel y el porcentaje entre transferencias y préstamos. Están dispuestos a invertir el dinero en la lucha contra el cambio climático y la digitalización pero se muestras más escépticos cuando se trata de otras reformas que recuerden a los rescates de la pasada década. Creen que el proceso de vigilancia de estos planes debe llevarlo a cabo la Comisión.
Mayoría cualificada inversa
En caso de que los Estados tengan poder de dar la luz verde, España se siente más cómoda con una mayoría cualificada inversa, la que hace muy difícil el bloqueo de los fondos. Todo indica que nuestro país no plantará batalla en los fondos agrícolas y de las regiones siempre y cuando se mantenga la última propuesta de Charles Michel. El fin de los rebates, uno de los caballos de batalla de la cumbre de febrero, ha dejado de ser una prioridad.
Países del Este
La última propuesta de Michel mantiene la posibilidad de cortar el flujo de los fondos europeos a aquellos países que no respeten el Estado de Derecho. Si Rutte es el «enfant terrible» de los frugales, Viktor Orban es el hueso duro de roer de los países del Este. Los dos lideran sus correspondientes facciones. El primer ministro húngaro avisa de que vetará el acuerdo si no consigue eliminar esta parte. El Parlamento húngaro incluso ha pedido terminar con el proceso del artículo 7 abierto por parte de las instituciones comunitarias por la deriva autoritaria vivida en el país, como condición para dar luz verde en la cumbre de hoy de mañana. El último reparto de las ayudas a los países más afectados por el coronavirus perjudica a los países del Este ya que da más importancia a la caída del PIB en 2020 y 21 que a la situación anterior.
El Presupuesto, de fondo
los líderes están llamados a pactar el presupuesto comunitario para el periodo 2021-2027, cuya cuantía también quieren recortar los socios del Norte. Y eso a pesar de que el presidente del Consejo europeo ya planteó una reducción del 2% con respecto a la propuesta de Bruselas, hasta los 1,074 billones de euros. De nuevo, Países Bajos está en el grupo de países más duros en esta cuestión y centra sus pretensiones en disminuciones en el presupuesto de los fondos agrícolas y los de cohesión, precisamente, lo que no quiere España.